En algunos aspectos, internet se comporta como una lente de aumento del mundo físico. Los acontecimientos se suceden a mayor velocidad, es más fácil copiar lo que otros hacen, es más fácil conseguir una cierta difusión y relevancia, es más fácil conseguir un éxito -efímero casi siempre- es más fácil también fracasar y por supuesto es más fácil empezar de nuevo.

De las muchas utilidades que se le suponen a este ecosistema en constante evolución que es internet, el aprendizaje no es, tal vez, una de las más populares. No obstante, como hay espacio para todo, nos encontramos sin mucho esfuerzo con multitud de iniciativas formativas que pretenden convencernos de las bondades de aprender a través de una pantalla. Con la mejor de las intenciones se crean plataformas en las que una sabia combinación de tecnología y pedagogía nos promete resultados poco menos que espectaculares.

Tenemos, además, la permanente tentación de trasladar lo que hacemos en el mundo físico, al mundo virtual sin entender muy bien el particular lenguaje y las reglas propias de este nuevo medio. Como en otros ámbitos de nuestra vida, tendemos a repetir lo que oímos, o lo que otros hacen, sin hacer un especial análisis crítico. Por tanto, me gustaría compartir contigo, amable lector, algunas reflexiones sobre el aprendizaje en internet, muchas de ellas basadas en nuestra propia experiencia en el Instituto Alcon.

1. Nuestra visión no ha sido diseñada para mirar fuentes de luz. En el mundo físico observamos los objetos en la medida en que la luz rebota en ellos. Esto es particularmente importante cuando leemos. En efecto, las páginas de un libro son una superficie perfecta para que la luz incida en ellas y podamos distinguir las letras con el contraste adecuado, de manera visualmente confortable. Pero hoy en día, un monitor de ordenador es -hasta que las nuevas tecnologías en desarrollo no lo remedien- un emisor de luz. Y ello nos causa una mayor fatiga especialmente si lo que hacemos es leer, o peor aún, estudiar, que es una manera más concentrada, más prolongada de leer.

2. En internet, el aprendizaje no es estudio. En el mundo físico estudiamos, y se supone que, como consecuencia, aprendemos. En internet no estudiamos. O no deberíamos, porque no es un medio diseñado para el estudio (en gran parte por el motivo explicado en el punto 1). Por tanto deberemos aprender de otras maneras. Si no, sería una lástima llegar a la conclusión de que el inmenso desarrollo tecnológico que acompaña a los ordenadores e internet, ha servido para colgar en una página web, contenidos en formato de texto que después imprimiremos para poder leerlos de manera más cómoda.

3. Los libros tienen (en su mayoría) formato vertical. Los monitores tienen un formato horizontal (como nuestro campo de visión). De alguna manera, las pantallas que usamos se acercan más al formato del cine, de la televisión. Cabe pensar que los contenidos también pueden y deben estar más cerca de la televisión que de los libros, en su diseño, en su estilo, en su lenguaje comunicativo.

4. Aprender en internet será divertido, o no será. Si observamos el comportamiento de niños y adolescentes, veremos que por alguna extraña razón, la televisión genera en ellos un poder hipnótico que no es comparable a la atracción que les produce ir a la escuela. Los ordenadores han heredado gran parte de ese poder hipnótico que muestra la televisión (probablemente lo superan) y sería una lástima desaprovecharlo. El objetivo es desarrollar contenidos y experiencias educativas que sean percibidas como gratificantes y hasta divertidas.

5. Compartir los conocimientos es aprender. Una gran parte de las iniciativas que están teniendo más resonancia en internet son de tipo colaborativo (no hay más que analizar fenómenos como la wikipedia, las redes sociales, o los blogs). Ante los cantos de sirena que se oían hace no muchos años, vaticinando que el desarrollo informático crearía generaciones de individuos aislados de la sociedad delante de sus ordenadores, ahora vemos claramente que internet favorece la socialización, nos permite estar en contacto con muchas personas que de otra manera no tendríamos la oportunidad de conocer, y lo que es más importante, facilita que intercambiemos experiencias y aprendamos de los demás.

6. En internet, aprender es interactuar, probar y equivocarse. Se aprende más haciendo, que siendo un mero espectador. Y hacer es algo más que pulsar botones. Desarrollar experiencias interactivas (y ojalá que en poco tiempo, verdaderamente inmersivas) rompe la monotonía de una narración educativa lineal. Aunque desgraciadamente, no es interactivo todo lo que reluce ...

7. Aprendizaje a largo plazo es la suma de muchos aprendizajes a corto plazo. En una cultura de la impaciencia y de la inmediatez, parece un poco contradictorio que sigamos manteniendo esquemas de programas formativos extenuantes y prolongados. Internet es un medio donde es fácil (y a veces mentalmente muy sano) saltar de un contenido a otro. Ello implica que los contenidos más populares están -casualmente- adaptados a formatos breves, livianos, de "consumo rápido". Y los contenidos formativos no deberían ser una excepción a esta tendencia.

Intentando ser coherentes con las premisas aquí expuestas, desde Instituto Alcon, el área de formación continuada de Alcon, llevamos ya 8 años desarrollando contenidos formativos en oftalmología caracterizados por su interactividad, brevedad y diseño preferentemente adaptado al lenguaje visual. Cerca de 300 animaciones y simulaciones interactivas nos han permitido explorar las posibilidades -y también las limitaciones- que la tecnología vigente pone a la imaginación educativa. Y aunque no todo ha de ser 3D, sin duda una cierta dosis de realismo ayuda de vez en cuando.

Por otra parte, en un estilo totalmente diferente, el desarrollo en los últimos años de Eyedit (www.eyedit.com), la primera herramienta de teleconsulta en oftalmología, ha supuesto una interesante oportunidad de comprobar que es cierto que se aprende compartiendo, que si se genera el entorno adecuado los profesionales muestran una enorme capacidad de incorporar nuevas tecnologías a su práctica diaria en un tiempo reducido, y que la telemedicina ha pasado del campo de lo posible al terreno de lo real.

Por último, deseo clarificar algo que por otra parte resulta obvio: la defensa de la utilidad de los contenidos audiovisuales y/o interactivos no pone en entredicho la utilidad del texto. Aprender de un buen libro y disfrutar del privilegio de su lectura es un placer que deseo que nos podamos permitir durante mucho tiempo, nosotros y las generaciones venideras. El conocimiento impreso sigue siendo esencial. Y para compartir contigo el contenido de este artículo no ha sido necesaria ninguna película o animación, al fin y al cabo este texto lo estás leyendo.