El reto de no aburrir
Los programas de formación continuada representan para el médico un método accesible para comprobar sus conocimientos, actualizar conceptos y adoptar nuevas visiones que faciliten el desempeño de una profesión en un medio permanentemente en renovación. Desde la industria, el reto consiste en generar programas que despierten el interés por parte del colectivo médico, acostumbrado a formaciones no siempre con el mínimo nivel exigible de calidad en cuanto a contenidos y formato.

Actualizar conocimientos médicos: un clásico al día
El principal objetivo en un programa de formación médica continuada viene representado por la necesidad permanente de actualizar conocimientos médicos dentro de las distintas especialidades sanitarias, dirigido a cualquiera de los diferentes colectivos médicos o profesionales relacionados con la salud. La filosofía clásica de la formación médica continuada permanece vigente, aunque resulta imprescindible actualizar los distintos aspectos de cualquier programa para adaptarlos a las necesidades –cambiantes- de empresas y profesionales de la salud en general.

La participación, clave del éxito
El formato de los cursos de formación ha evolucionado con el tiempo. Desde los materiales impresos más sencillos (libretos o fascículos), pasando por los ya desaparecidos disquetes que contenían una aplicación informática basada en un algoritmo de decisión para atender a los pacientes con una determinada patología, hasta los recientes CDs interactivos. Todos ellos formatos innovadores en su momento con un único objetivo: fomentar la participación de los asistentes a las formaciones. Actualmente existen los programas on-line que aportan, entre otras opciones, la posibilidad de interacción bidireccional, de forma que la comunicación e información se dirige desde el centro de referencia a los usuarios y viceversa. Esta posibilidad de interacción en los dos sentidos permite una percepción de conexión en tiempo real por parte del usuario muy elevada. Es una de las últimas iniciativas utilizadas para conseguir incrementar la implicación de los participantes en las formaciones.

Así pues, los métodos que permiten interactividad y sobre todo, que capacitan al usuario también para emitir información e identificarse de forma diferenciada, aumentan la motivación y el interés por desarrollar y continuar participando en el programa de formación. En este sentido, y a pesar de los grandes avances tecnológicos que permiten desarrollar programas de formación que se adaptan al ritmo y necesidades de cada usuario, sigue destacando el formato clásico de formación basado en sesiones presenciales.

En resumen, la clave del éxito de la formación actual es la posibilidad de interaccionar de forma directa e inmediata con un líder de opinión. Una opción que sólo pueden ofrecer las sesiones presenciales. Sin embargo, el nivel de participación también puede reforzarse con varios recursos que aumenten la interactividad entre los asistentes y el ponente, como por ejemplo la discusión de casos clínicos, la incorporación de un sistema de voto (similar a un concurso en el que los asistentes deben escoger la mejor respuesta entre las opciones planteadas), o mediante un taller en el que deba realizarse una tarea común (como elaborar una algoritmo de decisión).

En definitiva, con el aumento de la participación se incentiva evidentemente el interés de los asistentes. Por supuesto, los participantes de un programa de formación requieren que se les facilite información especializada y actualizada, pero se interesan cada vez más por aquellos formatos interactivos en los que puedan aportar su experiencia personal, de manera que su participación pueda influir en el desarrollo de los acontecimientos o incluso en futuras pautas o estrategias a implementar en el campo profesional. Este es el verdadero factor de éxito de las estrategias de formación del futuro.

Un nuevo perfil de "alumno": la salud interesa a todos
El concepto de la salud representa un nuevo activo que permite la diferenciación entre las empresas: desarrollar nuevas líneas de formación a nuevos públicos interesados en esta cultura, se convierte en un nuevo planteamiento y se plantea como un nuevo reto para las empresas especializadas en salud. Extender los programas de formación médica entre otros colectivos también vinculados al mundo de la salud coincide plenamente con las actuales estrategias de marketing. Este es el caso, por ejemplo, de los farmacéuticos de oficina de farmacia, colectivo que por su especial condición de accesibilidad para el usuario y su característica de referente sanitario representa un foro interesado y agradecido frente a conocimientos actualizados que aumenten aún más su capacidad de atender y aconsejar a los usuarios y reforzar así la prescripción médica. En este sentido, se pueden incluir también los profesionales de enfermería o auxiliares clínicos.

Otros colectivos no directamente relacionados con la salud también son susceptibles y están ávidos de información de contenido médico y científico, como es el caso de la población general, pacientes y familiares, o bien otras profesiones que de una u otra forma puedan influir en conceptos de salud, como es el caso por ejemplo de los agentes de viaje, punto clave de información sanitaria para los futuros viajeros. Evidentemente, la especifidad de los contenidos ofrecidos debe ser adaptada al perfil de los participantes, así como el formato a aplicar. Es imprescindible recordar que el factor común prioritario de los proyectos de formación es ofrecer un contenido de calidad en un formato dinámico y adecuado a las características del colectivo a quien se dirige.

La filosofía de la suma
Sumar conocimientos, adquirir la capacidad de aprender de los expertos, de los compañeros o del entorno es una posibilidad que se presenta ante cualquier programa de formación.

Aumentar capacidades es una actitud progresista que permite superarse y alcanzar objetivos hasta hoy implanteables.

Conocer cuántas más cosas estén a nuestra disposición y reforzar aquello en lo que somos más hábiles es una actitud que conduce a obtener grandes rasgos característicos que nos diferencian del entorno y permite posicionarnos allí donde somos más necesarios, más útiles y donde nuestra acción y efecto serán más notables. Aumentar la capacitación de cada persona permite reforzar la autopercepción de valía, estimula la actitud emprendedora y permite que cada uno aporte lo mejor de sí mismo.

Entender la formación continuada no como una obligación, si no como una oportunidad de adquirir mayores habilidades y de convertirnos en mejores personas (profesional y personalmente) se presenta así como una necesidad personal e ineludible, lejos de una obligación impuesta desde el exterior. Desde la industria farmacéutica, ofrecer una herramienta tan potente como la formación continuada al colectivo médico representa una oportunidad de alcanzar varios objetivos comunes en cualquier estrategia de comunicación holística.